

A lo largo de la historia, los idiomas de grupos de población poderosos se han expandido,mientras las lenguas de culturas más pequeñas se han ido extinguiendo cuando los hijos de estas últimas no aprendían el idioma de sus padres para abrazar el de la cultura dominante, en una dinámica que se ha acelerado en los últimos años. Para algunos, se trata de un proceso de selección natural, propio de la evolución darwinista. Sin embargo, la historia del mundo natural es la historia del aumento del número de especies a lo largo del tiempo y, como ya explicó el propio Darwin, la diversidad es la clave para el afianzamiento de la vida en la Tierra. La diversidad lingüística y cultural multiplica al máximo las posibilidades de éxito y de adaptación de los seres humanos.
La mayor parte de la población mundial es bilingüe o multilingüe. En Bolivia o Ecuador es habitual el conocimiento de una lengua materna minoritaria, además del quechua y/o el aimara y el español. Es también conocido el caso de buena parte de los subsaharianos que, a pesar de no estar escolarizados, hablan con fluidez hasta cuatro o cinco idiomas. Está demostrado que los niños multilingües son más creativos, desarrollan mejor las habilidades de solución de problemas, cuentan con mayor capacidad de atención y una mayor facilidad para aprender idiomas en el futuro.

Frente a la percepción común de Europa como un lugar diverso, plagado de pequeños países con idiomas y culturas distintas, Asia y África cuentan con una diversidad lingüística mucho mayor. Los subsaharianos utilizan más de 2.000 lenguajes. Sólo en el norte de Australia hay más hablas que en toda Europa occidental. Son idiomas ricos en tradición oral, pero muchos carecen de escritura. Gran parte del conocimiento está cifrado en lenguas orales. El estudio y la conservación de éstas es una herramienta poderosa para la sostenibilidad y el entendimiento del planeta.
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